Decoración: estilo antiguo, todo de azulejos con fotos cofrades, se siente uno transportado a hace muchos años, incluso el pequeño televisor es de los antiguos.
Servicio: bastante bueno en general, suele atender solo Emeterio, su dueño, así que se puede tener que esperar, pero, eso sí, se queda con memoria fotográfica con el orden de llegada y siempre sirve por ese orden, su dueño tiene aspecto serio, pero es muy agradable, eso sí, suele abrir cuando quiere.
Cantidad de tapas: no mucha variedad y muy estable, no suelen innovar, las tapas se sirven en conchas al estilo antiguo.
Tipo de cocina: clásico.
Bebidas: como siempre, mi Cruzcampo.
Ambiente: bastante bueno, público tranquilo, casi todo sevillano.
Mejor tapa: probablemente los mejores montaditos de solomillo al whisky de Sevilla.
Postres: no tienen.
Relación total (incluye calidad, cantidad de la comida, atención, sabor, elaboración y precio): bastante buena, el único problema es que suele haber mucho público y, como el establecimiento es bastante pequeño, es difícil encontrar hueco incluso en el mostrador, se recomienda ir en pleno verano.
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