El edificio es un edificio, calculo, de la época de la Exposición sevillana de 1929, se trata de una antigua vivienda y, al entrar, nos atendió un maitre muy eficiente, el cual nos indicó que no había problemas para sentarnos donde quisiéramos a pesar de ir a tapear y no a una comida formal, nos sentamos en una mesa ubicada en una sala con vistas a la calle Cuna.
Decoración: a tono con el edificio, estilo clásico, me encantó, con muy buen gusto, a la entrada, antes de la cancela, hay un vestíbulo, típico de las casas sevillanas de la época, donde encontramos la carta de raciones y tapas para consultarla libremente.
Servicio: muy bueno, tanto los camareros como el maitre.
Cantidad de tapas: mucha y surtida, son abundantes pero no excesivas, suficientes para tomar tres, que considero una buena cantidad para una cena informal.
Para beber: mi habitual Cruzcampo, muy bien servida y en su punto de frío.
Tipo de cocina: fusión, cocina clásica con toques distintos.
Mejor tapa: las croquetas de albahaca y coco estaban riquísimas.
Postres: muy buenos y abundantes.
Relación total: muy buena, sobre todo si tenemos en cuenta la ubicación, la decoración, el servicio y la calidad de las consumiciones.