Bar ubicado en una barriada de las típicas de los años sesenta- setenta en la zona periférica de Triana, al lado de la Ronda de Triana.
Decorado en plan un poco "cutre", al estilo típo de la época de la barriada, me recuerda un poco a uno que salía en "Cuéntame", muy nostálgico, aunque personalmente me gusta más el estilo años 30- 40. No tiene carta, sino que escriben los platos en pizarras, algo bastante original y muy útil si van borrando los platos que se acaban o que no hay disponible, no hay nada más desagradable que preguntar por varios platos en un local y que no los haya.
En cuanto al servicio, nos atendió una chica encantadora, que nos iba recomendando y asesorando sobre los distintos platos, nos atendieron bastante rápido.
Bebidas: mi habitual cervezca Cruzcampo,muy bien servida y en su punto de temperatura y presión.
Ambiente bastante bueno, llego a pesar de ser un día entresemana, aunque tengo referencias de que los fines de semana está hasta los topes.
Comida excelente: todo lo que probamos, en total 5 platos, tipo entre tapa bien servida y media ración, para comer dos personas, muy buenos, supremo el rissotto de boletus y perdiz.
Postres: excelentes, no son de fabricación propia, sino de un conocido confitero que tiene una confitería propia también en el barrio de Triana, exquisitos y muy originales, la chica nos mostró el surtido para que eligiéramos y nos los comentó.
Relación total: bastante buena, cuatro cervezas grandes, cinco platos y dos postres, 41,40€.
Muy recomendable, repetiremos.